Revista El Sardinero Nº 91.

Casas del pueblo hace mas de 50 años

Hemos editado nuestra revista trimestral "El Sardinero" que hace la Nº 91. Se puede ver completa entrando en la Red del Grupo de Mayores Telefónica. De ella extraemos una página y fotos.
AQUEL PUEBLO QUE ABANDONAMOS. (Texto escrito por Mario Diez Andres)
No. No es el mas bonito. Puede ser uno de tantos de Tierra de Campos. Tampoco tiene un encanto o atractivo especial. Según se mire. Quedan pocas casas típicas antiguas, de anchas paredes de tapial y adobes en su totalidad y tejados cubiertos con teja árabe. Unas han sido fielmente reconstruidas manteniendo su gruesa estructura para aguantar los rigores del duro clima castellano. Hay alguna más actual y funcional, con cuidados jardines. El resto son ruinas o solares cercados donde crecen las malas hierbas y campean ratones y conejos. Las más modernas construcciones ya son de ladrillo y cemento. En su día hubo dos castillos, de estructura hecha apelmazando la arcillosa tierra. Su ruina conservada solo es hoy un histórico montículo. De la desaparecida Iglesia, solo la solitaria torre es de tosca piedra labrada y se mantiene erguida merced a la constancia y esfuerzos de los pocos habitantes y amigos del pueblo, convertida actualmente en atractivo mirador de las extensas llanuras circundantes.. Es uno más de los pueblos que poco a poco se van despoblando por esta gran piel de toro, a pesar de que dispone de los mínimos servicios esenciales de habitabilidad. Le sobra tanta tranquilidad como soledad. Tiene bastantes más carencias. Pero ¡es mi, nuestro, pueblo!.
Hubo un tiempo, cuando emigramos y nos sonrió un poco la suerte, aquel pueblo de nuestro mayores, nos empezó a dar vergüenza nuestra procedencia y casi lo olvidamos. Pero llegó el virus maldito y aquel viejo lugar apartado, con recuerdos de trabajos fatigosos bajo un sol implacable o un frio helador, se convirtió en el mejor lugar donde pasar el confinamiento, alargándose luego hasta un inesperado veraneo como el único destino posible. Hemos vuelto al pueblo. Todos tenemos antiguo calzado -raíces rurales- en la puerta. Ahí está el abuelo, bisabuelo u otro más lejano antepasado que llegó del pueblo a la ciudad o que nunca se movió de él. Pero ahí está presente para recordar nuestro origen. Lo que fuimos y hasta lo que seguimos siendo. Cambiamos con desprecio aquellas vacaciones rurales en familia por otras a lugares exóticos con el afán de hacernos unas fotos y, a nuestra vuelta, dar envidia a los vecinos. llegó este extraño verano con la pandemia en la mochila y recordamos los pueblos.
Y aquí estamos. Recordamos sus gentes, los paisajes, los olores, los sonidos, perdiendo el tiempo, y sin hacer nada disfrutar de todo. Aquellos repetidos veranos de cazar grillos y chicharras, de ir a buscar nidos, de jugar en la era con el balón que hace años nos trajeron los Reyes, de acondicionar para refugio juvenil una vieja caseta de era, de atropar leña para la hoguera de la fiesta del pueblo, de guerrillas a cantazos sin llegar la sangre al río, -porque no lo había-, de algún zapatillazo dé la medre recibir por traer un "siete" en la camisa o manchado de barro, de...
Los pueblos cambian lentamente, pero poco. Los aromas a cuadra de diverso ganado, al humo de la lumbre, al monótono cocido diario, a tortilla, a churrasco y hasta parece oír el grito de una madre llamándote para algún recado urgente o que era la hora de comer. No teníamos ni necesitábamos del tirano reloj que en la ciudad nos esclaviza. Aquí nos reencontramos con aquella verdadera libertad que sentíamos de niños durante las esperadas vacaciones. La pandemia nos ha dado la oportunidad de notar esa sensación de recobrar el ser libres. ya no nos preocupan los viajes suspendidos, ni las fotos o videos que no pudimos hacer. Es difícil explicar estas sencillas cosas porque, simplemente, hay que vivirlas.
Debemos estar agradecidos con este pueblo que nos acoge de vuelta. Un poco desconocidos por la mascarilla y los años pasados. Todos sentimos ciertos temores, pero no hay inútiles reproches.
Puede que te hayamos traicionado. Sin embargo, aquí estamos como si nos volviésemos a ver después de un interminable año. ¡GRACIAS PUEBLO MÍO! GORDALIZA DE LA LOMA . VALLADOLID