8 de septiembre, día de las personas cooperantes

El Día Mundial del Cooperante, instaurado en el año 2.000 coincidiendo con la promulgación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, tiene como fin el reconocimiento público de la labor de quienes trabajan como profesionales de la cooperación, y la difusión de los valores que representan en la lucha por la erradicación de la pobreza.
La figura y la labor de estas personas sirve para recordarnos que el planeta afronta la peor crisis humanitaria de refugio y migración desde la II Guerra Mundial, con 20 millones de personas al borde de la hambruna y numerosos conflictos que no acaban de cerrarse. Nos recuerda así mismo, que sin políticas integrales que enfrenten las causas de la pobreza, la desigualdad y el maltrato del planeta, solo se conseguirán respuestas limitadas. La cooperación internacional es una pieza más de un complejo engranaje en el que todas las políticas deben ser coherentes entre sí para garantizar un desarrollo sostenible.
Numerosas ONG españolas trabajan mano a mano con movimientos y organizaciones del Sur en defensa de los derechos humanos, los recursos naturales y de la justicia social. La labor de acompañamiento que realizan permite ofrecer una mayor protección y dar la voz de alerta internacional cuando se producen las amenazas. No obstante, los y las cooperantes son conscientes de ser un elemento más dentro de un sistema global en el que sus actuaciones son imprescindibles, aunque limitadas. Los distintos actores implicados - gobiernos locales, instancias internacionales, transnacionales…- deben asumir sus responsabilidades.
En este contexto, las personas cooperantes de nuestro país llevan a cabo su trabajo en diferentes áreas como el desarrollo económico, la salud, la educación, género, seguridad alimentaria, medio ambiente, cultura para el desarrollo, acción humanitaria, etc. Su contribución permite que en la actualidad las ONGD trabajemos con 35 millones de personas en 105 países en los que realizamos más de 600 proyectos de desarrollo (según datos del Informe del Sector de 2016).
A pesar de este enorme esfuerzo, lamentablemente, en estos momentos, la política de cooperación española se encuentra en sus mínimos históricos y a la cola de Europa, a pesar de la recuperación económica, limitando seriamente la potencialidad del trabajo solidario de las ONGD.
Es evidente que hacen falta compromisos a la altura de los complejos retos de la humanidad. Las personas cooperantes contribuyen con su labor a generar pequeños cambios imprescindibles. La conmemoración de este día debiera movernos a la acción, y ayudarnos a reflexionar sobre lo inexcusable de nuestra participación en la necesaria reivindicación de políticas públicas, que garanticen los derechos humanos de todas las personas del planeta sin excepción.
Solo haciendo de nuestra mirada una mirada solidaria y global, seremos capaces como individuos y como especie, de afrontar los desafíos actuales.